¿Cuántas veces has compartido el meme del gato que toca el teclado? ¿O el de la niña con mirada pícara delante de un incendio? Estos vídeos y memes virales marcaron a toda una generación, forman parte de nuestro imaginario colectivo. Hemos pasado tan buenos momentos con ellos que, durante años, hemos sentido que, de alguna forma, nos pertenecían.
Pero los NFT’s lo han cambiado todo.
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Las imágenes más icónicas de Internet se están vendiendo por miles de dólares. Todo empezó con el Nyan Cat, un gato volador que costó 760.000 dólares.
Hasta ahora, nunca nos habíamos preguntado quién era su protagonista o creador y mucho menos si habían sacado algún tipo de rentabilidad que compensara su sobreexposición en Internet.
Ahora, gracias a los NFT’s (los nuevos certificados de propiedad digitales) parece que están recuperando los derechos de autor que, entre todos, les habíamos arrebatado.
Por ejemplo, existen todo tipo de objetos producidos a partir de los cuadros de Mondrian: pósters, lámparas, bolsos, calcetines pero solo existe un cuadro original que es valioso precisamente porque solo hay uno.
Los archivos digitales también pueden ser copiados infinitas veces, pero al convertirlos en NFT’s les estamos añadiendo un certificado digital de propiedad que demuestra que nos encontramos ante la obra original. Además, también contienen contratos inteligentes que permiten que su creador reciba un porcentaje de las futuras ventas, un incentivo que todavía no existe en el mercado del arte tradicional.
¿Pero cómo pueden venderse estos memes por miles de dólares? ¿Se consideran una obra de arte de nuestro tiempo? ¿Es por la conexión emocional? ¿O es pura especulación?
El arte digital también ha aumentado su reputación de la noche a la mañana y gracias al mercado de los NFT. El caso más estrambótico, sin duda, ha sido el de Beeple, un diseñador gráfico que subastó una de sus obras en Christie’s por 70 millones de dólares, lo que lo convierte en el tercer creador más cotizado en vida después de Hockney y Koons.
Este cambio de valorización no tiene precedentes en la historia del arte. Beeple solía vender sus viñetas impresas por unos 100 dólares y ahora lo hace de forma digital a cambio de millones.
Igual que La Fuente de Duchamp se vendió por 1,7 millones de dólares en su día comprar NFT’s ahora significa poseer irónicamente una parte de la historia de Internet. Está por ver si la burbuja acabará explotando o si, por el contrario, los memes acabarán llenando los museos del futuro.
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