Si creciste jugando videojuegos tal vez en algún momento de ocio se te ocurrió la idea de acabar con la vida de tu personaje. Estas criaturas digitales también conocidos como NPC (Non playable characters) son más que un diseño computarizado, y para algunos es una falta moral acabar con sus vidas.
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Para algunos pensadores, los NPC no son muy distintos al resto de los humanos en el sentido de que toman decisiones partiendo de unos instintos ya programados.
Muchos NPC se basan en algoritmos de comportamiento que siguen reglas y modelos de aprendizaje para generar sus propios métodos de respuesta. Sin embargo, es poco probable que tengan acceso sensorial al mundo lo que impediría que “sufran” como lo hacemos nosotros.
Pero, ¿no te ha llamado la atención que estos personajes reaccionan cuando son expuestos a situaciones no deseadas? Por ejemplo, ellos resisten, luchan o incluso lloran. Y a decir verdad no podemos decir a ciencia cierta si les afecta realmente, pero de lo que sí podemos opinar es que ese instinto asesino de nosotros los gamers debe ser un elemento importante a considerar.
Un estudio realizado por el psicólogo Tobias Greitemeyer de la Universidad de Innsbruck, Austria (una de las más importantes del mundo en relación a los videojuegos y la violencia) determinó que esta sobreexposición a actos violentos causan en el individuo una aceptación de actos agresivos considerándolo en algunos casos como inofensivos o de menos importancia.
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Evidentemente, dentro de los videojuegos hay grados de «moralidad». No es lo mismo arrollar a Goomba de Mario Kart, dado que este funciona casi como un objeto que no muestra grandes expresiones ni aspiraciones. El problema vendría cuando con la vida de algún personaje en el juego por simple diversión. Sabemos que la ONU no discutirá de esto en un futuro cercano, pero debe ser de cierta manera un dilema ético que podría revelar instintos un poco salvajes en los jugadores.
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