El internet consiste en pequeños trazos de código que se mueven alrededor del mundo, pero no como creemos (en alguna deidad de Zuckerberg), sino en cables en el suelo oceánico.
La data se mueve de Nueva York a Sydney, de Hong Kong a Argentina, con la velocidad en la que te acomodas en tu silla.
Casi 750.000 millas de cable ya conectan continentes enteros para satisfacer nuestra sed de comunicación y sobre todo, entretenimiento. Las compañías típicamente han colaborado entre ellas con recursos para crear y seguir con proyectos de cable bajo el mar.
Es como una autopista que ellos comparten y nosotros transitamos.
Aunque hace unos años Google tomó la delantera en su propia autopista: un cable que conecta a Chile con Estados Unidos y supone el centro de data más grande de la compañía en Latinoamérica.
‘¿Cómo lo ponen?’ puede ser la pregunta que primero aparece en tu mente y la verdad es que no es algo sencillo. Una embarcación enorme (al menos más de 400 pies), hace el trabajo pesado cargando e instalando los kilométricos cables al mar.
El proceso de fabricación es igual de complejo. Durante este paso una fábrica tensa o ‘flexibiliza’ los cables, dependiendo de la necesidad, y los cubre de una especie de ‘piel’ protectora.
La tecnología de fibra óptica, implementada en dicho cable, hace que los datos se transmitan en pequeños (pequeñísimos) cables de fibra de vidrio. Lasers disparan estos datos a través del cable a una rapidez cercana a la velocidad de la luz.
Así, la data que necesitas para abrir un e mail o descargar una foto, llega a tu teléfono.
Y claro que todos experimentamos el internet a través de Wi-Fi o redes de compañías de teléfono, pero todo eso eventualmente se conecta con estos cables que cruzan continentes y océanos.
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En el proceso de fábrica, los famosos cables pasan a través de unas especies de correas enormes (del tamaño de una habitación) que los envuelve, a su vez, en un ‘estuche’ que les permite tener electricidad y así funcionar.
Después del casing, dependiendo de la locación del cable, se protege con un material determinado.
Los materiales usados normalmente son plástico, acero o alquitrán, para soportar las condiciones de las profundidades del océano. Una vez terminados, son del grueso de una manguera.
Se requiere de centenas de personas para el procesamiento y más para la instalación. El mismo buque que carga los cables, lleva a la tripulación especializada en instalar este tipo de cables.
Al llegar al lugar designado, necesitan enterrar el cable en la arena, al fondo del mar. Para esto utilizan una maquinaria parecida a la que usan campesinos para arar la tierra, pero obviamente submarina.
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