¿Cuánto tendría que apasionarte tu trabajo para que estuvieras dispuesto a dormir en el estacionamiento de la empresa? En sus recientes despidos masivos, Tesla cesó a un empleado que hacía justo eso: acampaba en su auto para poder trabajar más.
En esta historia se cruzan los destinos de dos personas que no podrían ser más distintas: el multimillonario Elon Musk y Nico Murillo, un fan de Tesla que aspiraba a cumplir sus sueños en la compañía.
Nico se graduó en 2017 como administrador de negocios en la Universidad de San José, en California. Antes de llegar a la compañía que logró darle coolness a los vehículos eléctricos, probó suerte como youtuber, tuvo una pequeña empresa de alimentos y fue vendedor de GNC.
Aunque tiene un título universitario, no dudó en trabajar como ensamblador de autopartes cuando vio la oportunidad de unirse a Tesla.
“Mi mentalidad era: voy a hacer mi mejor esfuerzo sin importar nada (…) si vas a contratarme y quieres que barra, voy a ser el mejor barrendero”, compartió Nico en YouTube. “Una actitud como la de Mike Tyson o Tom Brady”.
Su trabajo empezó en 2019, un año en el que el CEO, Elon Musk, estuvo bajo investigación de las autoridades reguladoras estadounidenses por tweets engañosos que hicieron subir las acciones de la empresa.
En aquella época, la imagen pública que Musk había creado como empresario e innovador empezó a transformarse poco a poco por sus publicaciones en Twitter, una plataforma a la que, según su biógrafo, se volvió adicto.
Volvamos con Nico. Un año después de ingresar al área de producción en Tesla, lo ascendieron, y al año siguiente, lo nombraron supervisor de 54 personas. Pasó de tener un pago de 19 dólares por hora a recibir un salario base de 85 mil anuales.
Nico se hizo de una casa de cuatro habitaciones con vista a un lago en Lathrop y compró un Tesla Model Y, a bordo del cual hacía un recorrido diario de una hora y media hacia el trabajo.
Pero el año pasado, dejó de hacer este recorrido. Entre semana, se quedaba a dormir en la parte trasera de su auto, en el estacionamiento de la empresa. Consumía comida de microondas en el comedor y se bañaba en la fábrica.
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En medio de la “carrera de ratas” de la vida laboral moderna, que tire la primera piedra quien nunca haya permitido que su empleo se vuelva su identidad.
“Sacrifiqué mucho por la compañía”, publicó en LinkedIn después de ser despedido. Una mañana de abril, recibió la notificación del cese en su mail. Fue hasta la oficina, se lo confirmaron en la puerta y le quitaron su identificación. “Me senté en mi auto, no lo podía creer”.
Tesla anunció que despidió a 14 mil empleados en todo el mundo, aproximadamente 10% de su plantilla. El coolness de Tesla ha dejado de traducirse en ingresos.
Sus ganancias cayeron 9% en el primer trimestre de 2024 y la compañía ha perdido aproximadamente una tercera parte de su valor en Wall Street. Su producción de autos se redujo 8.5%. Musk está bajo la lupa de sus inversionistas.
Nico ya no puede pagar su hipoteca y puso a la venta su casa, pero dice no guardarle rencor a Tesla. De hecho, planea vivir 5 años en su Model Y para ahorrar, invertir y alcanzar independencia financiera.
“Ser despedido quizá sea la mejor cosa que me haya pasado porque creo que esto va a encender la chispa: tienes que salir de esta carrera de ratas. ¿Sabes qué? Voy a ir en contra del sistema, voy a vivir en mi auto, va a ser un camino largo y difícil, pero estoy comprometido porque estoy cansado de pagar la renta y todo lo demás”.
Ross Gerber, uno de los inversionistas de Tesla, acusa abiertamente a Musk de dañar la marca con sus polémicas. Desde que compró Twitter, ahora X, la imagen de Elon se ha devaluado.
Sus posiciones de troll derechista. Sus comentarios impulsivos que dejan entrever una mentalidad adolescente. Sus promesas incumplidas. Y ahora, los números a la baja en su compañía automotriz.
¿Es culpa de Musk el destino laboral de Nico? Quizá, pero no necesariamente.
Ambos son caras muy distintas de un mismo sistema, ese sistema del que Nico dice querer escapar cruzando las noches en su Tesla.
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