Peces, reptiles, anfibios, abejas, escorpiones o ácaros tienen descendencia de esta forma. Sin embargo, hasta ahora, nunca se había producido en mamíferos.
La seres vivos cuentan presentan formas de reproducirse muy variadas. La más común es la reproducción sexual entre machos y hembras, pero también existe la asexual, en la que un individuo por sí mismo genera descendencia. La partogénesis es un tipo de reproducción que perece a este último grupo y consiste en que la hembra tenga hijos usando solo sus óvulos, sin sexo y sin que haya fecundación. Peces, reptiles, anfibios, abejas, escorpiones o ácaros tienen descendencia de esta forma. Sin embargo, hasta ahora, nunca se había producido en mamíferos.
Ha sido un grupo de científicos en China el que ha realizado el experimento inédito. En concreto, se trata de una ratona que, mediente la técnica de la reproducción asexual dado a luz a pequeños ratones a partir de sus propias células reproductivas, sin necesidad de esperma del macho.
El fenómeno ha sido liderado por Yanchang Wei, investigador de medicina reproductiva en el Hospital Ren Ji de Shanghái, junto a un grupo de trabajo. Los resultados se han publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
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El proceso genético
En el documento se explica cómo se ha utiliza la técnica de edición genética. No se trata de cambiar unas letras de ADN por otras –como ya ha sucedido en otros experimentos con ratones anteriores–, sino de realizar cambios químicos sobre esas letras, que activan o desactivan ciertos genes. Con dicha intervención se inicia el proceso bioquímico equivalente a una fecundación: el óvulo pasa de ser una sola célula a un blastocisto de 140 células.
Wei y su equipo editaron 227 óvulos no fertilizados, de los cuales resultaron finalmente 192 embriones. Solo 14 de estos embriones llegaron prosperaron y tres sobrevivieron. Finalmente, un ratón alcanzó la madurez y se pudo reproducir con normalidad. «Los cachorros vivos tenían bajo peso en comparación con los cachorros de ratón normales y mostraban ciertas anomalías genéticas. Esto sugiere que todavía hay regiones de impronta involucradas en el desarrollo del embrión que no entendemos completamente», explica en NewScientist Tony Perry, experto de la Universidad de Bath en Reino Unido.
¿Podría utilizarse en seres humanos?
«El estado del conocimiento sobre genes impresos en humanos es mucho menor que en ratones», continúa Perry, que no es muy optimista en cuanto a la aplicación del mismo método en personas. «No podemos hacer experimentos con ellos de la misma manera que podemos hacerlo con ratones». Los científicos del experimento también coinciden en que, aunque no se contempla como inalcanzable que una mujer tenga un bebé solo con su óvulo, aún queda mucho tiempo para verlo.
Las terapias genéticas de este tipo apenas han comenzado sus ensayos clínicos en nuestra especie. Por el momento, la localización está probando tratamientos de inmunoterapia contra el cáncer, para enfermedades sanguíneas comunes, y para la dolencia letal de la amiloidosis por transtiretina.