La primera fase del proyecto persigue la creación de un híbrido elefante-mamut. Se espera que las primeras crías sean una realidad en seis años
Hace poco más de dos años, el emprendedor tecnológico Ben Lamm contactó al renombrado genetista de Harvard George Church. Los dos se conocieron en Boston, en el laboratorio de Church, y esa fructífera conversación fue el catalizador de la puesta en marcha de Colossal. La empresa nacía en septiembre con un objetivo que puede sonar a ciencia ficción: devolver a los mamuts lanudos a la tundra siberiana, diez mil años después de que desaparecieran de la faz de la Tierra.
Welcome to a new dawn of genetics. The @ItIsColossal team is thrilled to bring you a brighter future through #deextinction efforts to help restore lost ecosystems.
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— Colossal Biosciences® (@itiscolossal) September 13, 2021
La visión de revivir al mamut lanudo llevaba años dando vueltas en la cabeza de Church, un genetista reputado conocido por haber sido el iniciador del Personal Genome Project. Hasta hace poco el proyecto consistía “principalmente en soñar y hablar”, cuenta el científico. “Ben salió de la nada con ganas de aportar. Creo que se inspiró a distancia de lo que estaba leyendo sobre este proyecto tan carismático, pero que nunca había logrado suficientes fondos”. Eso acaba de cambiar.
Colossal acaba de recibir una primera inyección de capital de 15 millones de dólares de una variedad de inversores privados para poner en marcha el proyecto.
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Un elefante genéticamente modificado
En una primera fase, los científicos han puesto su mirada en la creación de un nuevo tipo de animal, híbrido de elefante y mamut, que sea capaz de soportar las temperaturas del Ártico.
El punto de partida del proyecto consiste en tomar células de la piel de elefantes asiáticos. Esas células se reprograrían mediante ingeniería genética para convertirlas en células madre que transportarían partes de ADN de mamut. Esas células portarían, por ejemplo, los genes responsables del pelo de mamut, las capas de grasa aislante y otras adaptaciones al clima frío. Estos embriones luego se llevarían a término en una madre sustituta o en un útero artificial.
“Nuestro objetivo es hacer un elefante resistente al frío, pero se verá y se comportará como un mamut. Queremos algo que sea funcionalmente equivalente al mamut, que disfrute a -40 °C y haga todas las cosas que hacen los elefantes y mamuts, en particular derribar árboles”, explica Church en declaraciones a The Guardian.
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Si todo va según lo planeado, Colossal espera haber logrado sus primeros híbridos elefante-mamut en seis años. El objetivo último es crear poblaciones enteras de miles de estos animales.
“Nuestro objetivo no es solo traer de vuelta al mamut”, explica Lamm a CNBC. “Nuestro objetivo es la ‘de-extinción’ de manadas de mamuts que se puedan reproducir entre sí y que podemos aprovechar en la reconstitución del Ártico. Queremos aprovechar esas tecnologías para lo que llamamos conservación reflexiva y disruptiva”.
Científicos escépticos
Más allá del reto genético, la ambición de los impulsores de Colossal se sitúan también en el plano de la recuperación ambiental. Creen que la introducción de manadas de híbridos de elefante y mamut en la tundra ártica puede ayudar a restaurar el hábitat degradado y combatir algunos de los impactos de la crisis climática. ¿Cómo? Al derribar árboles, las bestias podrían ayudar a restaurar las antiguas praderas árticas. Convertirían los paisajes en pastizales, lo que puede ayudar a mantener el suelo fresco. También ayudarían a detener el deshielo del permafrost al pisotear y compactar el suelo.
Para otros investigadores, la creación de animales parecidos a mamuts en laboratorio (si se lograra) no es, ni de lejos, la forma más eficaz de restaurar la tundra.
“Mi opinión personal es que las justificaciones dadas, la idea de que se podría realizar una geoingeniería del medio ambiente ártico utilizando manadas de mamuts, no son plausibles”, opina en declaraciones a The Guardian Victoria Herridge, bióloga evolutiva del Museo de Historia Natural de Londres. “La escala a la que tendrías que hacer este experimento es enorme. Estás hablando de cientos de miles de mamuts, cada uno de los cuales tarda 22 meses en gestarse y 30 años en madurar”.
A pesar del escepticismo, desde Colossal se muestran confiados en que su proyecto es válido y en que sus hallazgos podrán ser utilizados en ámbitos que van mucho más allá del Ártico.
“Más allá del asombro de que la ‘de-extinción’ se convierta en realidad, queremos demostrar que la tecnología de ‘de-extinción’ es solo el comienzo. Estas mismas tecnologías podrían resolver una gran variedad de problemas humanos”, opina Richard Garriott, emprendedor de la industria de los videojuegos e inversor en Colossal. “La biología sintética nos permitirá crear nuevas formas de vida que puedan abordar problemas masivos, desde la limpieza de petróleo y plástico hasta el secuestro de carbono y mucho más. Resolver el rechazo de tejidos y los úteros artificiales ayudará a mejorar y prolongar la vida de todos los seres humanos”.
“Para nosotros, este es un objetivo fundamental”, añade Church en declaraciones al New York Times. “Eso marcará la diferencia en el mundo”.
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