Byung-Chul Han es un pensador superventas, el filósofo superstar de nuestros tiempos. Sus reflexiones hablan sobre las dificultades actuales para discernir el mundo digital del real, las ansiedades que nos provoca vivir una existencia cada vez menos tangible y de cómo este nuevo paradigma nos conduce hacia el más feroz capitalismo neoliberal.
Su último libro, No-cosas. Quiebras en el mundo de hoy (Taurus) tiene una premisa muy clara: las cosas ya no determinan el mundo en el que vivimos sino la información. Para el pensador, la digitalización desmaterializa y descorporeíza el mundo. En lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos. Somos adictos a estos estímulos constantes.
Nos hemos convertido en cazadores de información, dice el filósofo alemán de origen coreano. Y eso nos convierte en ciegos ante todo aquello que es silencioso o discreto, ante todo aquello que no forma parte del tumultuoso ruido de la información. De modo que vivimos en una «sociedad del cansancio», agotados y deprimidos, esclavos de las nuevas formas de entretenimiento cargadas de narcisismo y exhibicionismo.
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Su último ensayo desarrolla tanto una filosofía del smartphone como una crítica a la inteligencia artificial. «El móvil es un instrumento de dominación y no de libertad», asegura en una entrevista en El País. Constantemente en la mano, funciona casi como un rosario, un artículo de culto de la dominación digital. ¿Y el «Me gusta»? Lo más parecido a un amén digital.
Pero el teléfono móvil no es el único “objeto” que nos está controlando. Para el autor, el smarthome también funciona como una suerte de prisión digital. ¿Y el smartbed? Prolonga la vigilancia durante las horas de sueño. De modo que no es solamente el móvil, tanto las casas como las camas inteligentes también analizan nuestros patrones de vida y sueño para su propio beneficio.
Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz, ya predijo que las personas también podían controlarse mediante el placer y no necesariamente mediante la amenaza, como ocurría en 1984 de George Orwell. En la novela, el estado distribuía una droga llamada “soma” para que todo el mundo se sintiera feliz.
Pues para Han esta dominación mediante placer, en la actualidad, se da a través de las redes sociales, la adicción a la información y el trabajo como juego. «El sistema neoliberal no es opresor sino seductor», afirma el autor en una entrevista en El País, y continúa: «La dominación total es aquella en la que la gente solo se dedica a jugar. La reciente e hiperbólica serie coreana de Netflix, El juego del calamar, en la que todo el mundo solo se dedica al juego, apunta en esta dirección».
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