El duque Felipe de Edimburgo, quien en alguna ocasión le preguntó a un grupo de nativos australianos sí «aún se lanzaban lanzas», no era recordado precisamente por ser muy cercano a las colonias británicas. No obstante, en una de las islas de Vanuatu, una nación ubicada en el Océano Pacífico, el monarca era adorado casi como una deidad.
El 9 de abril de 2021 la Casa Real británica anunció a través de un comunicado la muerte del duque Felipe de Edimburgo. El esposo de la reina Isabel II tenía 99 años y falleció en medio de múltiples polémicas que rodean a la realeza.
«Es con gran pesar que su majestad la reina anuncia la muerte de su amado marido, su alteza real el príncipe Felipe, duque de Edimburgo», señaló el comunicado del Palacio de Buckingham.
En contexto – El duque Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II, murió a los 99 años
Desde el fallecimiento del duque Felipe de Edimburgo varios aspectos de su vida han salido a la luz o han tomado relevancia. Ese es el caso de la veneración de la que era objeto en una isla del Pacífico Sur.
«La conexión entre la gente de la isla de Tanna (una de las islas que conforman Vanuatu) y el pueblo inglés es muy fuerte… Estamos enviando mensajes de condolencia a la Familia Real y al pueblo de Inglaterra», dijo en una entrevista con Reuters el líder tribal Chief Yapa, en medio de una ceremonia para recordar la memoria del duque.
Felipe de Edimburgo fue venerado en varios ritos por los ciudadanos locales durante las primeras semanas después de su fallecimiento. Entre las actividades que realizaron, los nativos de Vanatu danzaron y exhibieron fotografías del monarca.
Dan McGarry, un periodista de Reuters radicado en Vanuatu, manifestó que como acto final de duelo, varios miembros de la tribu exhibieron sus riquezas. También hubo presencia de cerdos, un animal clave para el sustento de los habitantes.
«Y también los cerdos, porque son una fuente primaria de proteínas. Espero que se sacrifiquen numerosos cerdos para el evento ceremonial», dijo el comunicador en su momento.
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Vanuatu es una nación ubicada en el Océano Pacífico Sur, y está compuesta por casi 80 islas que se extienden por 1.300 kilómetros. Durante medio siglo prosperó en varias de las islas la costumbre de adorar a Felipe de Edimburgo como un dios.
Los aldeanos de Tanna, son uno de los territorios donde continúan practicando sus costumbres ancestrales y venerando al esposo de la reina Isabel. Allí, los nativos siguen usando sus vestimentas tradicionales.
El dinero y la tecnología moderna no le son indiferentes. De hecho, muchos de los ciudadanos tienen teléfonos móviles, pero rara vez los usan.
«Simplemente tomaron una decisión activa para desautorizar el mundo moderno. No es una distancia física, es una distancia metafísica. Están a solo 3.000 años de distancia», manifestó McGarry.
Los nativos en Vanuatu ven a Tanna como el origen de su civilización y tienen como filosofía de vida promover la paz.
Felipe de Edimburgo comenzó a ser adorado como un dios en varias islas de Vanuatu, principalmente en Tanna, por una leyenda local. La profecía ancestral hacía referencia al hijo de un dios de la montaña que viajó a través del océano para casarse con una mujer poderosa. Este hombre finalmente regresaría a Vanuatu.
Hijo de la realeza, piel pálida y casado con la reina Isabel II; sin duda, Felipe de Edimburgo encajaba en el arquetipo. No obstante, los aldeanos se quedaron esperando la visita del monarca a su isla.
«Si viene un día, la gente no será pobre, no habrá enfermedades, no habrá deudas y el jardín crecerá muy bien», dijo a Reuters Jack Malia, un jefe tribal de Younanen en 2017.
El movimiento de adoración al duque Felipe de Edimburgo comenzó alrededor de la década de 1960 cuando Vanuatu aún era un puesto de avanzada colonial. En ese entonces era conocido como New Hebrides y era un territorio administrado por Reino Unido y Francia.
No obstante, el inicio del movimiento religioso no es claro. Algunos aseguran que la adoración habría empezado gracias a los retratos de la reina Isabel y Felipe de Edimburgo colgados por todo el archipiélago.
Felipe de Edimburgo era consciente de la admiración que los nativos de Vanuatu tenían hacia él. En múltiples ocasiones les envió algunos retratos suyos. En 1978 los aldeanos le enviaron al monarca una cesta de obsequios con las que el príncipe se retrató. Hoy, esa fotografía está en Tanna.
En cuanto a la idea de que el esposo de la reina Isabel II volvería a Vanuatu, los antropólogos coinciden en que se debe a la incursión del cristianismo en dicho territorio. Recordemos que los cristianos esperan el retorno de Jesús.
En su apogeo el movimiento religioso de Felipe de Edimburgo tenía varios miles de seguidores en Vanuatu. En la actualidad el número se ha reducido a unos pocos cientos.
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