‘Yo soy Betty, la fea’ es considerada por muchos como la mejor telenovela de la historia. Sus números respaldan esta información y sus múltiples versiones internacionales la ratifican. Sin embargo, esta producción tiene varias aristas que vale la pena analizar.
Mark Q. Sawyer fue un profesor de UCLA encargado del centro de estudios raciales, étnicos y políticos y afrontó un debate en el 2008 que hoy en día sigue relevante.
En la vista de reestreno de la novela original, ‘Yo soy Betty la fea’, en Netflix, la serie ha enfrentado acusaciones de machismo, especialmente, por parte de televidentes. Así lo han expresado en redes sociales, en un compendio hecho por varios medios.
El profesor Sawyer, quien falleció en el 2017, criticó para NPR en su momento la adaptación estadounidense de la telenovela que se hizo hace más de 10 años ‘Ugly Betty’. Las similitudes de las críticas se deben al parecido de las dos entregas.
La idea de una mujer latina “real” representada en TV pareció ser el atractivo de ‘Ugly Betty’ para el profesor, pero en su opinión se trata de un caso de pseudo feminismo.
La línea de fondo, según él, es que los latinos pueden asimilar y alcanzar el éxito protegiendo a los hombres blancos privilegiados, siendo el mensaje que si esa mujer latina no hubiese estado protegida por un hombre blanco, no hubiese prevalecido.
Se romantiza esa relación, incluso, argumentó.
El show no solo lo ofendió como un afroamericano, sino que también consideró en su momento que debe ofender a los hombres latinos que siguen ausentes en los programas populares como figura ejemplar.
Esta falta de ejemplaridad de la que habla el profesor, es basada en el hecho de que en el show, como en muchos, los hombres latinos son machistas.
El conflicto tanto de ‘Ugly Betty’ como de ‘Yo soy Betty, la fea’, recae en que ‘Betty’ es, claro, “la fea” e incómoda secretaria de un hombre blanco y apuesto, heredero de un imperio.
Cuando ese hombre blanco no está ocupado festejando o involucrado con otras mujeres, pelea por el control de su piso empresarial, tambaleándose como parte de la trama. Esto es un problema también.
Contra quien pelea, en la original y en la adaptación, es contra esta imagen de mujer mala que quiere el control a como dé lugar, por lo que solo hay dos opciones de mujer: la mala y la sumisa.
Por supuesto que, este es un defecto que tienen la mayoría de las telenovelas.
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La audiencia aupa lo que al final es un hombre privilegiado, tal vez en el contexto de su lanzamiento no era relevante, pero hoy en día el público tiene más sensibilidad.
Sawyer fue sensible al respecto ya que señaló apenas a dos años de la adaptación, que la que se cree que es la mala es una mujer que ha logrado su posición trabajando, a diferencia de quien la heredó.
El destino de ‘Betty’, la protagonista, está amarrado al éxito de su jefe y viceversa, pero el profesor dijo que no podía apoyarla porque pertenecía a las herramientas de un hombre privilegiado.
Una “manera viciada del feminismo chicano” lo llamó en su momento, una convención fílmica en la que las latinas pueden alcanzar la liberación a través de hombres latinos en particular, que son sus ‘grandes héroes’.
Esto, además, con implicaciones sexuales normalmente no tradicionales, en relaciones ambiguas como la de ‘Betty’ y su jefe.
Siendo la mujer antagonista de la adaptación una joven negra, el profesor encontró en esta comedia un mensaje de “aléjate de los negros, protege el privilegio blanco y acuéstate (figurativa y literalmente) por los hombres blancos. Así subirás la escalera laboral”. Según el difunto académico, es un mensaje perturbante y especialmente racista.
Y es que la versión original no se escapa del racismo. Por ejemplo, el personaje de ‘Mariana’, una mujer afro, pertenecía al ‘Cuartel de las feas’ solo por su color de piel. Su sueño de ser modelo se veía como un imposible por su raza.
Ni hablar de la gordofobia de la que era víctima ‘Bertha’, quien también pertenecía a ese grupo por tener sobrepeso y ningún hombre se fijó en ella hasta que ella se realizó una liposucción.
Podríamos hablar de la actitud controladora, posesiva, misógina y homófoba de ‘Armando Mendoza’, pero no terminaríamos este artículo.
Después de todo esto, ¿estás de acuerdo con que ‘Yo soy Betty, la fea’ es machista, racista y misógina?
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