El dúo se formó en 1999, o bueno, lo formaron Ivan Shapovalov y su socio. Shapovalov era un psicólogo que se dedicó al mercadeo y la publicidad.
El objetivo era crear una agrupación que fuera protagonizada por adolescentes y el nombre quedó «tattoo», una versión corta de una frase rusa que significa «esta chica ama a otra chica».
Lena Katina y Julia Volkova fueron seleccionadas. La idea, dada la popularidad de las películas para adultos lésbicas, era presentar un producto con similitudes.
Desde la raíz serían controversiales.
En 2003, aparecieron en NBC, pero con la condición era que no comentaran nada sobre la guerra de Irak.
En The Tonight Show with Jay Leno, uno de los programas más populares en el momento, protestaron usando unas franelas que decían en ruso: «Fuck the war».
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Pero bajo el truco publicitario, había algo a lo que no estaban apuntando y que quizá no habían considerado.
t.A.T.u fue inspirador para muchísimos jóvenes que seguían en el clóset, retando los parámetros de lo que se debía hacer y lo que no. El proyecto que comenzó como mero marketing terminó abrazando a un público que estaba silenciado.
Especialmente en su país.
En diciembre del 2003, el documental Anatomy of t.A.T.u, salió en la televisión rusa.
La sexualidad de las chicas fue la gran bomba: Katina y Volkova no eran realmente lesbianas. Su supuesto queerness era una estrategia de mercadeo, manejada por Shapovalov.
El documental reveló, a su vez, que Katina estaba embarazada, era religiosa y creía que su carrera la forzaba a actuar «en pecado».
Desde ahí, su carrera fue en picada, separándose finalmente en 2011, tras años de idas y vueltas.
Ese año, Volkova hizo un comentario en un canal de televisión rusa, respecto a tener un hijo gay, que le trajo muchos problemas.
«No quisiera tener un hijo gay, ser gay no es natural… quisiera que mi hijo fuera un hombre de verdad»
Katina condenó públicamente los comentarios de su compañera y ésta, después, trató de hacer una extraña disculpa hablando de sus amigos gay, que no la salvó de las críticas.
Para un sector generacional queer, la de t.A.T.u fue una historia de emoción, traición e identidad.
Al menos nos dejaron un tema memorable y la visualización de una realidad. No está nada mal, si se considera que inició como un proyecto con el propósito más básico del mundo: ganar dinero.
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