“¡Odio a la p*ta humanidad!”, escuchamos decir a Amanda en los primeros minutos de la película “Leave the World Behind«, basada en la súper perturbadora novela homónima de Rumaan Alam.
Con esa frase comienza un largo y doloroso camino del personaje interpretado por Julia Roberts, quien va de la misantropía al anhelo desesperado de volver a escuchar a la gente y sus ruidos.
La historia inicia cuando Amanda decide llevar a su esposo (Ethan Hawke) y sus dos hijos adolescentes a una casa de campo en las afueras de Nueva York. Un lugar lujoso en medio del bosque. Todo pinta bien… y de pronto alguien toca a su puerta.
Aquí empezarían los spoilers, pero como no quiero revelar la historia, voy a desviarme de la película dirigida por Sam Esmail (Mr. Robot, Homecoming).
Hace un par de años, en pleno encierro por la pandemia, por alguna razón llegué hasta este libro. Y lo sufrí. En medio del aislamiento y el temor a la enfermedad y la muerte, leer una novela que te hace pensar todo el tiempo en el fin del mundo resulta transformador. Recomiendo.
Y dije que no haría spoilers pero aquí dejo unas pistas sobre el apocalipsis: no hay telecomunicaciones, no hay internet, no hay electricidad. No hay certezas.
Bueno, quizá hay algunas certezas, como ésta de la misma Amanda: “En el fondo sabemos que vivimos en una mentira. Lo horrible que somos”.
En la novela, el narrador lo describe así: “Había aprendido algo de la realidad actual: todo se mantiene unido mediante un acuerdo tácito de que así sea. Sólo basta que alguien decida deshacerlo para que ocurra. No hay una estructura real para prevenir el caos”.
¿Qué harías tú si pensaras que los próximos minutos podrían ser tus últimos? ¿Buscar búnkers? ¿Textear? ¿Sexo? ¿Google, tele, radio?
¿Alguien dijo maratoneando algo en Netflix? En «Leave the World Behind», las señales apocalípticas interrumpen a Rosie, la hija de Amanda, en su devoción absoluta por terminar de ver Friends.
En este mundo de mierda, dice la adolescente ignorada por todos, al menos quisiera saber qué pasó con Rachel y Ross: “me importan”.
Y es curioso cómo esta referencia a la cultura pop se vuelve un símbolo de las posibilidades perdidas, pero también de nuestro amor por realidades ficticias.
Mientras se revela poco a poco el caos, Ruth, otra de las protagonistas, se toma unos instantes para hacer un comentario cultural: yo también lo veía, pero es como sentir nostalgia por un mundo que nunca existió.
¿Y qué es lo real en “Leave the World Behind”? Bueno, la peli adapta libremente la novela, la hace menos sutil en muchos momentos, pero mantiene muchas de las tensiones sociales, económicas y humanas que narró Rumaan Alam.
Lo real es el temor de que todo se vaya a la mi*rda en cualquier instante. Que un rebaño de venados mirándonos a los ojos nos puede recordar lo extraviados que estamos en la naturaleza. Que la tecnología más avanzada también puede colapsar y que una “manada” de autos Tesla en piloto automático puede terminar huyendo como animales desorientados.
Retomo otra frase del libro que está en el ADN de la película:
“Si no sabían cómo iba a terminarse todo, con noche, con ruidos terribles, con bombas, con enfermedad, con sangre, con felicidad, con venados o algo más mirando desde la oscuridad del bosque… bueno, ¿no es esa la verdad de cada día?”.
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