Las películas para niños que vemos cuando somos pequeños nos dejan recuerdos difíciles de borrar y son parte de las experiencias con las que delineamos nuestra idea del mundo. Los que tenemos más de 30 años nunca olvidamos la primera vez que vimos El Rey León. Yo todavía puedo cerrar los ojos y recordar la sala completa y el vacío en el estómago que sentí cuando murió Mufasa. Tenía 10 años y, desconsolada, me levanté de mi butaca y fui hasta la de mi papá, para abrazarlo en la oscuridad.
¿Qué nos dicen sobre el mundo las películas animadas? Esa es la pregunta que se hizo el escritor y docente argentino Juan Sklar cuando, ya adulto, volvió a ver películas “para chicos” junto a su hijo pequeño. Con él, sentados uno al lado del otro, vio de nuevo El Rey León, pero también Buscando a Nemo, Kung Fu Panda, Shrek, Mulán, Up, Frozen…
Juan, quien también estudió filosofía, encontró en esas historias de dibujitos todo un armazón ideológico que se propuso descifrar.
Empezó a hablar de esto en Basta de todo, uno de los programas de radio más populares de Argentina, donde hacía una columna semanal. Y muy pronto esas columnas se convirtieron en el libro Ideologías animadas, que publicó el año pasado en la editorial Galerna y en el que analiza las películas más importantes de los últimos años.
Juan Sklar empezó con una columna radial sobre las películas y terminó escribiendo un libro sobre la ideología de las películas animadas.
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Para no quedar pegado a las primeras impresiones, que suelen ser engañosas, Juan mira siempre la película al menos tres veces. “La ideología se revela ante todo en el final”, cuenta a PlayGround. “Ver las películas dos o tres veces es clave para entender qué parte de la narración es una tentación, una opción y cuál es la parte que finalmente refleja la ideología”, explica.
Una típica mala lectura es ver el Rey León y quedarse con Hakuna Matata, dice. Es que Hakuna Matata —vivir sin preocupaciones— no es la idea de la película, sino solo una de las etapas que Simba debe superar para ocupar su verdadero lugar en el mundo. Y de eso habla el film: de la importancia de asumir las responsabilidades que nos tocan.
Sklar propone un “nuevo enfoque crítico” para mirar las películas animadas para niños. Este enfoque tiene que ver con desmarcarse de dos prejuicios: creer que son sólo entretenimiento y creer que están al servicio de intereses imperialistas.
Para él, ni una cosa ni la otra: es ingenuo pensar que las películas para niños no tienen nada que decir. Pero tampoco están al servicio de oscuros intereses. Más bien, él cree que lo que hacen es reflejar la ideología de sus directores y guionistas.
“Los dibujos animados de consumo popular producidos en Estados Unidos y consumidos en todo el mundo son progresistas en lo relativo al género, racismo, discapacidad, belleza hegemónica, colonialismo, orientación sexual y ecología”, explica. “Películas, como Bichos, Mulan, Shrek, están pre anunciando lo que se viene y lo que está sucediendo: un capitalismo feminista, racialmente inclusivo, y sexualmente diverso pero con estratificación social cada vez más dura y más intensa”.
Es que en un solo aspecto estas películas suelen ser conservadoras: con respecto a las injusticias de la clase social. Aladdin lo muestra bien: cuando termina la película, él y Jazmín se van a viajar en la alfombra mágica y los niños pobres del reino quedan en la misma situación de siempre.
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Un punteo con las ideas más interesantes:
Es un film sobre el deseo sexual: la historia de Ariel muestra que una mujer sumisa (eso es Ariel sin su voz) jamás consigue lo que quiere. Ariel no es una princesa que espera que vengan a rescatarla, sino al contrario: ella rescata al príncipe, ella lo conquista y ella convence a su padre de que pueden estar juntos. Es una película romántica pero no sexista, sobre el deseo que escapa de la norma y es reprimido.
Para Sklar, la película disuelve la “militancia antiprincesas” cuando presenta a Elsa como una princesa poderosa, fuerte, autónoma y, sobre todo, libre. Disney hace una operación simbólica para separar la idea de las princesas de la pasividad.
La película del ogro, dicer Sklar en su libro, “se limpia el culo con los cuentos de hadas” y su idea de asociar belleza con bondad. Es el primer film que se adelanta al cuestionamiento de los estereotipos de belleza.
La historia de Nemo y su padre Marlin es una iniciación mística: ambos enfrentan la muerte para transformar su vida. Después de todo, dice Sklar, un padre no puede ayudar a su hijo a enfrentar el mundo, si él mismo tiene miedo del mundo.
Mulán propone entender el género como constructo cultural: en el film, la feminidad y la masculinidad son máscaras, construcciones. Esta idea de fluidez la acerca a la teoría queer.
La película problematiza la distribución de la riqueza. El tema central del film es la injusticia económica. La de Bichos no es una revolución de clase sino una revolución anticolonialista, alineada con los valores de la revolución norteamericana
Su postura filosófica es transparente: la muerte nos acecha y nos espera, tarde o temprano. ¿Cómo debe caminar el humano hacia su muerte? Viviendo una aventura que lo lleve hacia los otros.
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