Como profesor que soy en El Bronx, en Nueva York, estos días me llegan muchos mensajes preguntándome qué tal estoy y qué pienso sobre las revueltas raciales en Estados Unidos. Ejerzo desde principios de 2018, doy clases de Sociología en Hostos Community College y en BMCC, dos campus de la universidad pública CUNY, y la muerte de George Floyd, por esta y otras razones, me ha afectado al ánimo profundamente. Pero creo que la manera más justa de explicarme es enumerar situaciones que he vivido con mis alumnos en una institución dedicada a minorías y consagrada a la movilidad social.
1.
Todos los semestres, un 30% de la nota final es un trabajo de investigación de ente 2.000 y 3.000 palabras. Yo les dejo elegir el tema y casi el único requisito es que entrevisten a tres personas relacionadas con él. Sistemáticamente, todos los semestres hay varios ensayos sobre el abuso policial y la encarcelación masiva de afroamericanos. Las fuentes siempre son primos, hermanos, padres. Algunos me preguntan si se pueden entrevistar a sí mismos.
2.
Intento llevar a mis alumnos de excursión todos los cursos. El año pasado los llevé a la casa de subastas Sotheby’s, en el Upper East Side, que es de acceso gratuito para todo el mundo y menos estricto que un museo. La idea era que tuvieran una experiencia con la clase alta y, de paso, vieran la representación de la raza en la historia del arte. Me di cuenta de que se habla mucho del miedo que da El Bronx a la gente de Manhattan, pero poco del miedo que da Manhattan a los de El Bronx.
MIRA TAMBIÉN – The Linda Lindas: la banda de punk adolescente contra el racismo y el sexismo
3.
Una vez, una alumna me preguntó en clase, y me pidió que respondiera con honestidad, por qué a los blancos les salía todo bien y a los negros todo mal.
4.
Un artículo que me gusta utilizar en la clase es este de Johanna Ferreira, que habla del rechazo de los latinos (aunque el debate se extiende a los negros) por su propia raza. El debate se enciende. Hablan de padres no aceptando a parejas más ocuras que ellos, de alisarse el pelo para entrevistas de trabajo y de filtrar el acento cuando hablan de cara al público.
5.
No se puede hacer preguntas personales a los alumnos, pero recientemente un compañero de la Agencia Efe me pidió ayuda para buscar a alumnos que le contaran sus vidas en tiempos de coronavirus. Le puse en contacto con una de mis mejores alumnas y le contó al periodista su historia con más detalle. Había pasado diez años en la cárcel y una de sus hijas había sido asesinada. Ella quiere ser abogada.
6.
Cuando felicité a un alumno negro por su trabajo de investigaicón y señalé su gran habilidad para la redacción, su respuesta fue: “Todo el mundo me lo dice. Cuando me leen piensan que soy blanco”.
MIRA TAMBIÉN – Insultó a sus vecinos por el color de su piel y cientos de personas llegaron a protestar al frente de su casa
7.
Una alumna me dijo que al entrar en clase pensaban que era blanco, pero al oírme hablar se dieron cuenta de que no.
8.
En otra de las excursiones, fuimos a analizar sociológicamente Central Park. Al llegar, muchos no habían estado allí desde que eran pequeños. Y al analizar el perfil racial del parque, vimos que prácticamente los únicos negros que se ven en el parque están limpiando o conduciendo los coches de caballos.
9.
De todas las películas que les he puesto en clase, dos han sido las que más les han emocionado: El ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1945) e Imitación a la vida (Douglas Sirk, 1959). Sobre todo esta última.
10.
Nunca me he sentido tan respetado en un trabajo como con ellos.
TE PUEDE INTERESAR: