El mundo del entretenimiento coreano es una industria multimillonaria. Sin embargo, el lado oscuro del K-Pop sigue tomando por sorpresa a muchos de sus fanáticos
No todo lo que brilla es oro y el K-Pop es una muestra de ello. Aunque el pop coreano ha llegado para quedarse, lo cierto es que tiene un lado oscuro que con el paso de los años ha quedado al descubierto.
Bailes, maquillajes, coreografías y un físico perfecto se han convertido en las características de un género musical que ha tenido un gran auge.
Convertirse en un ‘idol’ requiere de un gran esfuerzo porque el camino para llegar a este punto es muy difícil debido a los estándares físicos que hay que cumplir.
El nivel de control es comparado con los militares, pero esta vez ejercido por compañías de entretenimiento con las que firman contratos por varios años.
Estas empresas suelen quedarse con gran parte de los ingresos que obtiene una banda o solista cuando alcanza el estrellato.
De esta forma, son miles los jóvenes que quieren ingresar a este mundo del K-pop pero pocos los que verdaderamente lo logran.
Una de las exigencias es que no pueden tener pareja porque un ‘idol debe entregarse por completo a sus fans’. Además, no pueden salir a lugares sin antes consultarlo con la empresa que los patrocina y no se les permite opinar sobre temas políticos.
La estrellas tras vestidores
La industria del K-Pop tiende a esconder detrás del telón muchos de sus problemas. Infinitas horas de entrenamiento, dietas extremas para cumplir con una figura y un itinerario de trabajo extenuante hacen parte del lado oculto de esta industria.
Varios miembros de bandas y cantantes individuales, que siempre salen al mercado como un producto patrocinado o financiado por una gran empresa, tienen prohibido hablar sobre los abusos que sufren.
Sin embargo, en ocasiones la situación se torna demasiado difícil y se hacen públicos los más increíbles escándalos.
Esto ha sido así desde que el K-Pop empezó a hacerse exitoso, primero en Corea, después en Asia y luego en el resto del mundo.
Una de las primeras bandas que alcanzó la fama internacional fue Big Bang. Uno de sus miembros, conocido como T.O.P, perdió 20 kilogramos en solo 40 días.
Choi Seung-Hyun, nombre real del artista, admitió que durante un mes siguió una dieta a base de agua y gelatina, ya que Big Bang estaba por debutar y su empresa patrocinadora quería verlo sin un kilo de sobra.
Otro caso similar es el de Soyou, integrante de una banda de chicas llamada SISTAR. Ella comía una sola vez por día e incluso sus fans notaron que su estilo de vida no era saludable.
De esta forma, los jóvenes que desean iniciar en este mundo, conocidos como trainees, se someten a duras jornadas de entrenamiento.
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El nivel de exigencia es tan fuerte que se han creado internados en donde llegan a practicar hasta 14 horas diarias todo tipo de habilidades.
Los estándares físicos también ha llevado a estos jóvenes a someterse a cirugías plásticas para cumplir con un peso ideal.
Una de las historias que se viralizó fue la de Momo, integrante de a banda Twice que contó en una entrevista que duró una semana comiendo cubos de hielo para lograr bajar 7 kilos. Este tipo de estrategia terminó enviándolo de urgencia al hospital.
‘Whitewashing’, aclarando el lado oscuro del K-pop
Más allá de las dietas extremas y los ejercicios extenuantes, el whitewashing sigue siendo un tema muy controversial en el lado oscuro del K-pop.
‘Whitewash’ es un término en inglés que significa cambiar el tono de piel, color de cabello o rasgos faciales de una persona con el objetivo de hacer que esta parezca más caucásica.
En Corea, la piel clara es bien vista e incluso es uno de los países en donde más se venden productos cosméticos que aclaran el tono de piel.
El ‘whitewash’ de la industria del K-Pop afecta a los artistas coreanos, pero lo hace aún más con los cantantes y actrices que vienen del Suroeste Asiático.
BamBam, miembro de GOT7 y nativo de Tailandia, representa este lado oscuro del K-Pop, que intenta hacer que sus artistas se van más blancos.
Kunpimook Bhuwakul, nombre real del cantante, mostró un notorio cambio físico desde su debut. Sus rasgos y tono de piel son diferentes, y por supuesto, no reflejan su apariencia original.
Otro caso similar es el de Lalisa Manoban, también tailandesa y cantante de la agrupación BlackPink. Lisa, como es reconocida en el medio artístico, tenía facciones típicas del Suroeste Asiático antes de debutar pero ella también cambió radicalmente.
Sin embargo, la industria del K-Pop no se queda allí cuando se trata de alterar la apariencia de sus artistas. Muchos cantantes y bailarines también pasan por la cirugía de doble párpado, la más solicitada en Corea del Sur.
Esta cirugía cambia la forma natural de los ojos asiáticos, que no suelen tener párpado superior, y crea una apariencia considerablemente occidentalizada.
La mayoría de los artistas y actores coreanos tienen esta cirugía y muchos la consideran como un requisito para entrar en el mundo del espectáculo.
De hecho las cirugías de mentón, rinoplastia y labios son muy comunes en esta cultura.
Los acentos tampoco de salvan
El coreano es un idioma extenso, con distintos dialectos y variaciones lingüísticas. En Corea, estas diferencias son conocidas como «satoori» y hace referencia a las variantes lingüísticas que hay en cada región.
En la industria del K-pop es poco probable que un artista hable con su dialecto nativo, ya que puede ser considerado como algo pasado de moda o difícil de entender.
De hecho, el idioma coreano que se utiliza en los medios es el «estándar», el cual se habla principalmente en Seúl, capital de Corea del Sur.
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La industria musical coreana ha venido en auge en los últimos años y se convirtió en uno los modelos de negocios más rentables de Asia.
Sin embargo, el lado oscuro de la industria del K-pop sigue estando presente, y su sombra se extiende sobre cada futuro bailarín, artista o cantante que desee iniciar su carrera en el mundo del entretenimiento coreano.
Salud mental y suicidios
No es un secreto que los jóvenes que quieren convertirse en estrella del K-pop tienen un enorme desgaste físico y emocional.
La competencia entre miles de jóvenes es muy fuerte y por eso son muy pocos los que llegan a triunfar en este mundo. Se cree que 1 de cada 1.000 aspirantes logra debutar como artista.
Esto ha provocado un miedo al fracaso y enfermedades mentales con terribles consecuencias como llegar al suicidio.
Uno de los casos más conocidos se registró en 2017 cuando Kim Jong-hyun, miembro de la banda SHINe, se habría suicidado debido a las presiones que sintió para alcanzar el éxito.
Otra de las historias más sonadas es la de Sulli, una exintegrante del grupo F(X) que se suicidó por depresión y bullying cuando intentaba consolidarse como solista.
El documental de Netflix ‘Light Up The Sky’ pone en evidencia esta enorme presión. La producción cuenta no solo las extenuantes horas de entretenimiento sino que las estrellas del K-pop tardan varios años en ganar dinero debido a los abusivos contratos que firman.
De esta forma, el K-pop tiene todo un lado oscuro detrás mientras sus estrellas siguen cautivando a millones de seguidores alrededor del mundo con su espectáculo.