El mundo de los videojuegos es extenso y entre ellos hay nombres que han dejado su marca imborrable en la industria. Otros, como Atari, tuvieron que ocultar su más grande fracaso en el desierto
La década de los 80 dejó varias de las películas más memorables que el mundo haya visto. Uno de los éxitos de esta época fue ‘E.T. el Extraterrestre’, dirigida por Steven Spielberg y estrenada en 1982.
El filme narra la historia de E.T., una criatura que es dejada accidentalmente por los miembros de su raza en la Tierra. Por supuesto, E.T. no podía quedarse pero tampoco sabía cómo regresar a su planeta, por lo que decidió buscar ayuda.
Horas más tarde, E.T. es encontrado por un niño en el patio de su casa. La criatura y el pequeño se vuelven inseparables y, por un poco tiempo, los amigos pasan aventuras inolvidables pero todas para lograr un objetivo: devolver al extraterrestre a su hogar.
En medio de todo esto, intervienen los agentes del gobierno, quienes querían experimentar con E.T. y analizar el lazo que había formado con su amigo humano. Por suerte, ambos escapan en una de las escenas más icónicas del cine, y E.T. regresa a su hogar.
Hasta aquí, vamos bien. La película triunfó en taquilla y las tiendas de juguetes estaban repletas con figuras de E.T.; este habría sido el fin de la historia, de no ser porque Atari, la gran empresa de videojuegos ochentera, se hizo con los derechos para hacer un videojuego basado en el film, el cual tenía que estar listo para antes de Navidad de ese año.
El problema era que producir los cartuchos tardaba demasiado y si querían lograr el objetivo, debían terminar el juego en septiembre. Esto dejó al diseñador y creador de videojuegos, Howard Warshaw, con solo cinco semanas para trabajar. En ese entonces, para armar y programar un juego, se necesitaban ocho meses, como mínimo.
La tragedia del juego enterrado en el desierto
Warshaw pasó cinco semanas trabajando sin cesar, e increíblemente, cumplió con el plazo. Los directivos de Atari estaban por las nubes, convencidos de que llegarían ganancias enormes. Tanta era su seguridad, que invirtieron US$5 millones en publicidad para el videojuego.
Pero la realidad los golpeó como un ladrillo. E.T., el futuro juego enterrado en el desierto, fue un desastre en ventas. Era tan malo, que las personas lo devolvían a las tiendas y estas también querían regresárselos a Atari.
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Las quejas del público tampoco se hicieron esperar, había reclamos de todo tipo. El juego se congelaba sin razón, la historia parecía no tener sentido y nadie entendía que era lo que tenían que hacer para ayudar a E.T. a regresar a casa.
Como consecuencia del fracaso del título, el valor en bolsa de Atari se desplomó, al igual que el de todas las demás empresas de videojuegos. Después de un tiempo, las pérdidas que sufrió Atari fueron millonarias. La compañía no desapareció, pero su caída fue tan grave que nunca se recuperó.
De leyenda urbana a historia real
Por muchos años, no se supo que pasó con los millones de cartuchos de E.T. que Atari no vendió. A finales de los 80’s, un rumor decía que habían sido escondidas en algún lugar de Estados Unidos.
La leyenda del juego enterrado en el desierto resultó ser cierta, cuando una excavación consiguió cientos de copias del videojuego. Estas fueron halladas en una recóndita zona de Nuevo México, revelando que aquella leyenda urbana, era un hecho de la vida real.
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Así que, hoy en día, E.T. tiene dos versiones. En una, volvió a su casa y despidió de su amigo, quien lo ayudo a ser libre. Mientras que en la otra, quedó oculto bajo toneladas de arena, llevándose consigo la antigua gloria de Atari.
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