Si alguna vez te has preguntado ‘¿realmente cuántos huesos tiene el cuerpo humano?’, la respuesta es que el esqueleto de un adulto cuenta con 206.
Aunque, hay que mencionar que esto cambia con el paso del tiempo, es decir, cuando nacemos el cuerpo cuenta con aproximadamente 300 huesos.
Esto tiene una explicación, pues varias partes del sistema óseo están compuestos exclusivamente por cartílago, el cual es blando y flexible.
Aproximadamente, a los 25 años este proceso se completa, lo que quiere decir que ya no hay más crecimiento, pues los huesos habrán alcanzado su tamaño máximo.
¿Qué son los huesos y de qué están hechos?
Los huesos son los encargados de darle forma y soporte a nuestro cuerpo, además de que protegen nuestros órganos y sistemas.
Para que se lea más profesional, nos dan rigidez somática, contorno estructural, postura erguida o bipedestación y el movimiento.
Un hueso es un órgano constituido de tejido calcificado. Esta es su sustancia fundamental, que junto a las fibras de colágeno, son capaces de crear una matriz que contiene osteocitos.
Dentro de la matriz ósea existe abundante calcio y fosfato, componentes que refuerzan y densifican ésta estructura.
Los huesos están conectados entre sí, a través de estructuras conocidas como articulaciones, a excepción del hioides,
El esqueleto, en conjunto con los tendones y musculatura, actúa como una palanca que dirige la fuerza de movimiento.
La porción interna de cada hueso -la médula ósea- contiene médula ósea roja o está ocupada por médula ósea amarilla, que está llena de tejido adiposo.
¿Cómo se componen?
La superficie externa del hueso se llama periosito, que es una membrana densa y fina que contiene nervios y vasos sanguíneos que nutren al hueso.
Posteriormente, está la capa formada por hueso compacto, que es la parte lisa y dura. Es lo que se ve en el esqueleto.
Dentro de esa parte compacta, hay muchas capas de hueso esponjoso, que como indica el nombre, parece una esponja. No es tan duro como el compacto, pero es resistente.
Esta estructura esponjosa protege la parte más interna del hueso, es decir, la médula ósea, la cual es una especie de gelatina espesa y su función es fabricar células sanguíneas.
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Formación y desarrollo
El proceso de formación y desarrollo de un hueso es conocido como osteogénesis. En el caso de los humanos, éste culmina con la osificación.
De esto último existen varios tipos, sin embargo, nuestro esqueleto se conforma con el endocondral y la intramembranosa.
Este tipo de osificación, en conjunto con la morfología general del hueso, se utiliza para clasificar al sistema esquelético.
Son cinco tipos: huesos largos, cortos, planos, sesamoideos e irregulares.
Tipos de huesos
Huesos largos
Estos se desarrollan a través del proceso de osificación endocondral, en el cual una matriz de cartílago hialino formada del tejido conectivo embrionario o mesénquima, se sustituye poco a poco con tejido óseo.
Un cuerpo, o diáfisis, conecta los dos extremos conocidos como epífisis, la cual es principalmente hueso esponjoso.
La cavidad o canal medular está encapsulada por el cuerpo, que está formado por hueso grueso y compacto.
La metáfisis está ubicada en el límite de la diáfisis y la epífisis, en el cuello del hueso, siendo este el lugar del crecimiento durante el desarrollo.
Este tipo de hueso incluyen el húmero, la fíbula, la tibia, huesos del metatarso, falanges, radio y ulna.
Huesos cortos
Estos por lo general suelen ser tan largos como anchos, y se encuentran en el carpo de la mano y el tarso del pie.
Aquí existe una capa fina externa de hueso compacto que cubre al hueso esponjoso y a la médula, dándole una forma, generalmente, como cubo.
Su función principal es la de proveer estabilidad, soporte de carga y un poco de movimiento.
Los escafoides, el semilunar, el calcáneo, el talus y el navicular son algunos de los ejemplos de este tipo de huesos.
Huesos planos
En este tipo, las dos capas de hueso compacto cubren tanto al esponjoso como al espacio donde encuentra la médula ósea.
Su función es la de proporcionar protección a los órganos internos como el cerebro, el corazón y órganos pélvicos.
Gracias a su forma plana, estos dan áreas grandes de inserción para varios músculos.
Este grupo incluye al parietal, las costillas, el esternón y la escápula.
Huesos irregulares
Su forma y estructura variable e irregular, este tipo de hueso no puede estar clasificado dentro de otra categoría.
En este tipo, una capa fina de hueso compacto cubre una masa irregular del esponjoso.
Las vértebras y los huesos de la pelvis, como el ilion, isquion y pubis, es donde se encuentra.
Huesos sesamoideos
Estos se desarrollan y se encuentran incluidos dentro de algunos tendones.
Muchos de ellos son pequeños con una forma ovalada y deben su nombre a su similitud con una semilla sésamo.
Se pueden encontrar en el extremo de los huesos largos de las extremidades superiores e inferiores, donde se cruzan los tendones.
Algunos son constantes y se encuentran en la rótula o patela (en la rodilla), o el hueso pisiforme (del carpo).
Su función principal es proteger los tendones del exceso de tensión y desgaste, reduciendo la fricción.