El espacio en el que nos movemos se caracteriza por un infinito de ofertas. En un mundo hiperconectado, la cantidad de anuncios que te muestran diversos productos o técnicas es incontable. Pero el tema de la cantidad de productos mostrados no es el problema; el problema es cuando dichos productos no son lo que dicen ser y terminan por afectarte. No son pocos los casos de aquellas mujeres que, creyendo en determinado producto o técnica, se vieron afectadas física y emocionalmente, pues éstos estaban lejos de hacer eso que supuestamente era su mayor beneficio.
Ejemplo de lo anterior son las muy sonadas pastillas adelgazantes. Este producto, seguramente, lo has visto muchas veces en televisión o en algún anuncio de alguna red social y, en su momento, se posicionó como una cura milagrosa para adquirir el peso y la figura que se deseara. Pero lo cierto es que no faltaron los engaños en lo anunciado. No sólo no eran tan milagrosas, sino que sus comunicados de lograr adelgazar “sin hacer ejercicio y sin esfuerzo” hicieron que muchas se lamentaran de la falta de resultados. La lección: no creer ciegamente en estas soluciones milagrosas, en reconocer tu cuerpo y planificar, de la mano de especialistas, rutinas de alimentación y ejercicio que se acoplen a lo que buscas. Y, por supuesto, es un llamado al amor propio, para que muchas mujeres nos cuestionemos la presión que reciben de estos productos para lucir de determinada manera.
En esa misma línea, están estos videos virales llenos de remedios caseros que buscan implantarte un ideal de belleza. «Wraps caseros para desvanecer las estrías», «aceites naturales para eliminar la celulitis” son solo dos ejemplos de muchos que se encuentran en la red y que traen consigo una carga que muchas veces no se detecta, pero que te presiona a alcanzar un ideal de lo que supuestamente es bello, sin tener presente qué quieres realmente. Por supuesto, la base científica de estos “consejos” es casi siempre inexistente y lo que traen como consecuencia son ausencia de resultados, irritaciones cutáneas y frustraciones personales. Acá, nuevamente, hay una alerta a que nos pensemos cómo queremos lucir, si realmente queremos lucir así y qué rutas puedo tomar para lograr ese ideal de cuerpo propio.
Por lo anterior, resulta tan interesante que aparezca Dove como alternativa en medio de tantos productos trampa. Sobre todo porque Dove le ha apostado a cuerpos reales, diversos, y sus productos están encaminados a que mujeres cotidianas (grandes, bajas, gordas o flacas) se sientan bellas, libres y seguras, sin imposiciones. Ejemplo de esto es lo que hace Dove y su línea de desodorantes. Estos, lejos de solo cuidarte para prevenir el mal olor, también se encargan de cuidar esa parte de tu piel, de mantenerla hidratada y de aportarle ingredientes para que siempre te sientas segura y libre. Caléndula y aceite de semillas de girasol, fuentes de ácido linoleico conocido por sus efectos aclarantes en la piel, son algunos de los agentes activos de los desodorantes DoveDeos, todos ellos enfocados en crear efectos antioxidantes, regenerantes e hidratantes, los cuales cuidan, aclaran y protegen tu piel.
Es obvio que tu figura, tu piel y cómo te ves te preocupe y eso es completamente válido. Ser y percibirte tal como quieres es tu derecho. Por eso, siempre debes optar por productos que realmente cumplan con lo que dicen y no se basen en especulaciones o en milagros. Recuerda que tu piel merece lo mejor, pues tu eres lo mejor y lo más importante.