Vemos en varios países de Latinoamérica un claro avance en propuestas de educación sexual y derechos sexuales y reproductivos. Sin embargo, se mentienen y profundizan los altos niveles de discriminación, violencia y hostigamiento hacia personas LGBTIQ+. Es por eso que hay que resaltar la importancia de que la educación sexual no se centre solo en la salud reproductiva, sino en la educación sobre diversidad. La inclusión de temas de diversidad sexual en los programas educativos, ha sido recomendada por la UNESCO en el marco de la EIS, con el fin de evitar la violencia hacia los estudiantes que son lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI) o que son percibidos como tal por sus compañeros.
Los modelos clásicos de la educación sexual (el biologicista, el sanitarista o el informativo) que plantean identidades fijas, pueden resultar nocivo para las identidades disidentes. La construcción de la propia identidad es un proceso que se encuentra en constante movimiento. Pensar en la diversidad sexual como relatos de aspectos íntimos y privados de experiencias personales e individuales pueden ser una muralla para la educación sexual de los jóvenes LGBTIQ+.
Para indagar y reflexionar sobre este tema hablamos con la sexóloga Andreina Flores Hernández, ella es licenciada en psicología y cuenta con una Maestría en Sexología Clínica y Terapia de Parejas del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (Madrid-España).
No sólo es importante, es necesario porque el mundo real es diverso. Actualmente, la educación sexual es excluyente porque se ha impuesto socialmente la heteronormatividad y cisnormatividad, es decir, se asume y partimos del hecho que todos y todas somos heterosexuales y nuestra identidad y expresión de género es congruente con el sexo biológico, hasta que se demuestre lo contrario, por tanto, se imparte la educación sexual basada en este modelo y se vende como única vía que garantiza la aceptación y ‘’normalidad’’ social.
Se amerita información real, de lo contrario, al omitir otras posibilidades no sólo se priva a todas y todos del derecho a informarse de forma real para tomar mejores decisiones, también se pone en relieve la desigualdad y desventaja que puede tener la comunidad sexo diversa. Al contar con educación sexual basada en la diversidad reduciremos el malestar clínicamente significativo en personas que no encajan con este estándar, como puede ser sintomatología depresiva, segregación, ansiedad, culpa, ser víctimas de violencia, infecciones de transmisión genital, iniciar procesos de hormonación sin contar con información adecuada, suicidios, personas en situación de calle por expulsión del hogar, y un largo etcétera. Por otro lado, en personas que encajan con este estándar se puede evitar promover la intolerancia, el rechazo, el señalamiento, la discriminación, los estereotipos, los prejuicios o la exclusión hacia las minorías sexuales.
Va mucho más allá, nos abre un abanico de posibilidades y ayuda a ampliar el horizonte, poder ver que no sólo las personas de la comunidad LGBTIQ+ son diversas, las personas heterosexuales cis género, también lo son, tanto en la sexualidad como por ejemplo existen algunos y algunas que les gusta introducir en sus encuentros eróticos la juguetería sexual, tener ciertas preferencias por determinadas prácticas, así como en otros aspectos como puede ser apariencia (cabello corto, largo, pintado, vulvas diferentes, penes circuncisos, genitales rasurados o no), estilos de vida (personas vegetarianas, veganas, pescetarianas) y pare de contar.
Lo natural en el ser humano es la pluralidad, no la homogeneidad, podemos ver que está normalizado en algunos terrenos, cabe preguntarse, ¿por qué no en la sexualidad? Una explicación pudiera ser la influencia de la religión en la sociedad. Por otro lado, este tipo de educación sexual también sería una invitación a posicionar el respeto y la empatía como valores bases de una sociedad sensibilizada que busca la equidad.
A pesar de que el campo médico no es mi área de conocimiento, pudiera especular que los médicos y médicas atienden a las personas por su sexo biológico cuando se trata de casos relacionados a ciertas especialidades como la ginecología y urología. En otras ramas quizás su orientación sexual, expresión e identidad de género no sea relevante para el motivo de consulta. El personal clínico que puede estar más familiarizado son los endocrinos (por temas de hormonación exógena, por ejemplo), sexólogos , psicólogos y psiquiatras.
El peligro que corren es no contar con información real, se reduce la sexualidad al secreto, se promueve posibles riesgos, decisiones desacertadas, porque puede ser que esas personas con quienes se informen hablen desde su experiencia (que no tiene por qué ser igual para todos y todas), lo que les dijeron, lo que escucharon, lo que creían, lo que se imaginaron…
Esta pregunta me parece tan importante. La mayoría de los pacientes de mi consulta al preguntarles sobre cómo fue su educación sexual jamás mencionan que se les habló del placer y disfrute de la sexualidad tanto individual como de pareja. Al contrario, se educa desde el miedo, desde la amenaza, la culpa, el castigo y el silencio; esto se traduce en personas que viven su sexualidad desde la culpa, con mucha desinformación, dificultades a nivel de pareja e individual para disfrutar de la sexualidad, falta de deseo, etc.. El placer es importante mencionarlo porque de lo contrario, al hacernos adultos, no estará dentro de nuestras prioridades u ocupará las últimas posiciones porque nadie nos dijo que la sexualidad humana es una dimensión importante del bienestar.
Creo que el mejor camino sería normalizar la educación sexual, es decir, que no sea un tabú hablar de este tema y entender que forma parte de la educación para la salud del individuo. Al mismo tiempo, como focos importantes de abordar serían: los eufemismos hacia el pene y la vulva, detectar y prevenir riesgos derivados de la actividad sexual como pueden ser: infecciones de transmisión genital, agresiones sexuales, y/o embarazos no planificados, la inexistencia de ‘’los juegos previos’’ porque todas las prácticas son igual de importantes, quitarle el protagonismo al coitocentrismo, presentar en sociedad al clítoris, saber decir que no, saber pedir lo que te gusta, conocer tu cuerpo, saber que todas las vulvas son diferentes y no hay ninguna que sea bonita o fea, saber diferenciar entre vulva y vagina y un sinfín de todo lo que puede abarcar el mundo de la educación sexual.
Somos la especie con mayor variabilidad sexual a diferencia de otras especies animales que se aparean en épocas de celo, el ser humano puede desear y disfrutar la sexualidad en cualquier momento de su ciclo vital.
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