Lo confieso: soy de esas personas que viven en una gran ciudad, se estresan de vez en cuando y necesitan pasar unas horas en la naturaleza para desconectar. Hasta aquí, todo normal. Si no fuese porque hasta hace poco no sabía cómo hacer que esta autoterapia no tuviese consecuencias para el espacio natural que visitaba.
Vivo en Barcelona desde hace años y por muy urbanita que me haya vuelto, la sensación de dejar atrás el asfalto e irme a la montaña –aunque sea por unas horas– renueva mi estado de ánimo. Podría decir que esta práctica (o necesidad constante) aumentó durante el confinamiento. Y cuando terminaron las restricciones de movilidad me faltó tiempo para ponerme la ropa adecuada y escaparme a la Montaña de Montserrat.
Pero resultó que no fui la única; aquello parecía Las Ramblas un sábado de mayo a las 12 de la mañana. Éramos cientos de animales cosmopolitas sedientos de aire fresco y espacios abiertos. Aunque era obvio que no estábamos en nuestro hábitat natural.
Este fenómeno post-confinamiento siguió pasando y no solo en Montserrat. Picos como el de Pica d’Estats o de la emblemática Montaña de Pedraforca también fueron trendy durante el verano. Más tarde, llegó la temporada de setas y con ella la masificación o los comportamientos incívicos en los bosques, sobre todo en la Comarca del Berguedà. Algo no estábamos haciendo bien.
En ese momento, mi cabeza hizo clic. Sentí que yo también era parte del problema y que debía informarme para aprender a respetar y conservar cualquier entorno natural que pisasen mis pies. El resultado de esta investigación es un conjunto de cuatro grandes trucos para escapadas y experiencias éticas en la naturaleza. Y ahora lo escribo aquí porque, como suelen decir, compartir es vivir (mejor).
Primer truco
La masificación es evitable
El mayor acto de prevención es tomar medidas antes de acercarse a un entorno natural. En los últimos meses, se han regulado los accesos y limitado los aforos en algunos espacios naturales, sobre todo en días festivos o puentes más largos. Los medios y canales de información locales actualizan cada día información al respecto. Pero todavía puede ser más fácil: basta consultar el nivel de concurrencia de un lugar en Google Maps. ¿Es alto? Mejor buscar un plan alternativo.
Segundo truco
Las normas o las recomendaciones cambian según la zona
Nunca des nada por sabido. Antes de visitar una nueva zona, consulta las normas y las recomendaciones en las fuentes oficiales como es la página web del Parque Natural o del Ayuntamiento. Estas pueden cambiar según la temporada.
También existen normas que son compartidas y que siempre debemos tener en cuenta: aparcar en las zonas destinadas para ello, llevar nuestra mascota con correa o recoger nuestra basura (y la que está a nuestro alrededor) antes de irnos. Y no olvidemos que tirar colillas por la ventana del coche puede tener grandes consecuencias (escribo esto y pienso en el reciente incendio del Parque Natural del Cap de Creus, en Girona).
Tercer truco
La última hora está en las redes sociales
Si has hecho los deberes antes de salir de casa, aprovecha el camino para hacer scroll down por las cuentas de @parcscat o @mediambientcat en Twitter, encontrarás información de última hora, material descargable y muchas curiosidades que harán que subas puntos en tu nivel de excursionista experimentado/a. Datos valiosísimos sobre especies protegidas (ahora sé reconocer muchas de ellas y tomar precauciones) o el porqué es importante mantener un árbol muerto en su mismo lugar (para saberlo, tendrás que acceder a la cuenta de los Parques Naturales de Cataluña).
Cuarto truco
Los centros de información… informan
Una vez allí, sigue previniendo. En cada parque encontrarás un centro o punto de información con gente majísima que estará encantada de ayudarte con cualquier duda que tengas, también para conocer el nivel de masificación del lugar a la hora de tu llegada. Además, te informarán sobre itinerarios y salidas gratuitas en grupo. Puedes consultar aquí dónde se encuentran estos centros, además del horario de atención al público. Fácil, ¿verdad?
En definitiva, estos últimos meses han resultado ser una larga caminata hasta dar con la guía de la excursionista cum laude. He descubierto que muchas prácticas que tenía asimiladas como normales pueden tener consecuencias negativas para la biodiversidad de un espacio natural. Algunas son más obvias como que poner la música alta en un altavoz asusta a la fauna o que no seguir los caminos señalizados puede erosionar el terreno (con todo su patrimonio natural, claro). Pero otras debo reconocer que me han sorprendido. Como es el peligro de destruir el ecosistema de los anfibios cuando nos bañamos en lagos y ríos.
Sin duda, tenemos derecho a disfrutar y a beneficiarnos de todo aquello positivo y maravilloso que nos aporta la visita a un espacio natural. Pero sin olvidarnos que, cuando nos vamos, todas las especies y los hábitats que conforman la biodiversidad del lugar seguirá ahí. Y mejor si lo hacen de la misma forma que antes de nuestra llegada.
Estas reflexiones forman parte de un conjunto de contenidos que desde PlayGround estamos creando en colaboración con la Generalitat de Catalunya bajo el lema Naturalment. El objetivo es revalorizar los espacios naturales de Cataluña a través de consejos y herramientas que conviertan nuestras experiencias en una toma de conciencia beneficiosa para el entorno. Porque eso significa Naturalmente: disfrutar, pero conscientemente.