¿Alguna vez te has preguntado de dónde viene el agua que bebes?, ¿cuántos procesos tuvo que pasar para llegar embotellada hasta tus manos?
El caso del agua de manantial, por ejemplo, es bastante interesante en cuanto a su origen y atributos benéficos para el cuerpo. Esta agua de origen subterráneo –proveniente de lluvia que se filtra naturalmente en el subsuelo– emerge en la superficie conservando un gran porcentaje de sus minerales naturales, que permiten su consumo humano y enriquecen de manera particular a quienes la beben.
Hablando de minerales; se habla mucho de vitaminas, proteínas y carbohidratos. Pero hace falta prestarle más atención a los minerales que son los responsables, entre otras cosas, de mantener el equilibro en el cuerpo, siendo factor principal en la formación de huesos, la oxigenación de la sangre, la regulación del ritmo cardiaco y hasta la producción de hormonas.
Estos minerales se mantienen intactos en el agua de manantial, al ser preservada y protegida naturalmente desde su filtración en rocas volcánicas hasta por 12 años. Como ocurre con el agua Sta. María®.
Dicho esto, podemos concluir que si bien toda el agua potable que consumimos cumple con las características básicas del elemento –incolora, inodora e insípida–, sus beneficios para el ser humano varían dependiendo de su procedencia y tratamiento.
Ya no es un tema de ‘si el agua de filtro sabe más rica que la embotellada’, sino del proceso de filtración o purificación que es lo que le da un carácter único a cada marca y lo que le aporta a tu cuerpo.
Es una pena que la Tierra esté cubierta al 71% por agua y que la gran mayoría no se pueda beber. El resto que queda, a pesar de que sí se puede consumir, tiene que pasar por distintos procesos extra que van desde captarla hasta tenerla disponible en tu refrigerador. Es aquí donde existen las diferencias entre lo que ofrecen las marcas que tienen que ver desde el origen (manantiales, ríos, presas) hasta su presentación.
Sabemos que el agua cae literalmente del cielo. Pero, ¿y luego?
Hablando de origen, el caso de Sta. María® es particularmente interesante debido a su profunda –literal y figurativa– conexión con el territorio mexicano, ya que la traen de un manantial en Santa Rita Tlahuapan, Puebla, rodeado de un bosque que ayuda a captar y retener el agua de las lluvias, para después filtrarla a los mantos acuíferos.
Su procedencia de este estado de la república tiene todo el sentido ya que es una región rodeada de volcanes. Obviamente, cuando alguien te dice que algo es ‘volcánico’ confías en que es natural y bueno para ti. Así, entre los volcanes Tláloc, Iztaccihuatl y La Malinche, un manantial natural es el disparador de que dicho producto tenga un ‘algo’ diferente y difícil de explicar.
Después de que el agua se filtra en los subterráneos de esta zona volcánica, pasa por un proceso de años para purificarse de manera natural. Al parecer, este proceso de larga duración no es exclusivo de un buen vino o un corte de carne ostentoso.
Esta agua del manantial se filtra naturalmente durante 12 años, pasando por rocas volcánicas –¿ven?– que la llenan de minerales que le dan ese no sé qué que te hace pensar que es diferentemente rica. El secreto: sus minerales naturales y que no es filtrada por máquinas, sino que viene directo de la fuente.
Siempre es importante conocer el origen de las cosas que consumimos. En el caso de Agua Sta.María®️, sólo la naturaleza ha intervenido en su proceso llenándola de minerales que sólo un agua de manantial podría aportar a tu cuerpo.
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