La serie más vista y rentable de Netflix no está recomendada para menores de 16 años pero los colegios alertan que los niños imitan sus juegos violentos en el recreo
Para bien o para mal: El Juego del Calamar está en boca de todos. La serie más popular de Netflix hasta la fecha no ha dejado indiferente a nadie, ni siquiera a los niños. Sus creadores lo han dejado claro: este contenido no está recomendado a menores de 16 años. Entonces, ¿cómo es que los más pequeños están reproduciendo estos juegos violentos en el colegio?
No son pocos los colegios que están mandando circulares a todas las familias advirtiendo que han detectado «actitudes y juegos violentos» relacionados con la serie. Twitter también se ha hecho eco de esta situación a través de comentarios de padres y profesores que denuncian que algunos niños terminan estos juegos a puñetazos o enfangados en fuertes peleas. Al preguntarles cómo habían visto la serie, la mitad respondió que «solos» y la otra «con sus padres».
Llevo unos días que estoy en shock. La serie "El juego del calamar" está petándolo muy fuerte entre los niños de colegio. Abro HILO ⬇️
— Piruleta de menta (@Piruletadementa) October 8, 2021
En declaraciones a Europa Press Televisión, el exdefensor del Menor y doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud, Javier Urra, ha explicado que la serie contiene «una violencia muy clara y gratuita con ideas perversas» y que en ocasiones prohibir «puede ser pedagógico». En este sentido, ha recordado que la serie está recomendada para mayores de 16 años y ha apelado a la responsabilidad de los padres. «El problema de la serie es que es atractiva porque son juegos, por lo que los niños con 7 años en muchos coles ya juegan a ello», ha señalado a la vez que ha destacado que un joven de 16 años «tiene criterio pero uno de 11 no», y que por lo tanto no deben ver la serie. En esta línea, el Urra ha explicado que lo «más inteligente» podría ser enseñar un trozo de la serie para que maten la curiosidad y no busquen escenas por su cuenta. «Explicarles por qué está mal», es decir, «hacer educativo algo tóxico y negativo».
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La opinión de los especialistas
Javier Urra y otros psicólogos especilistas han expresado su indignación ante la permisividad o ignorancia de los progenitores que a menudo “les facilitan un smartphone sin decirles cómo hacer un buen uso de él». El doctor se pregunta: «¿Qué cojones hace un niño de 8 años con un móvil con Internet para poder ver lo que le da la gana a la hora que le da la gana (alguno lo veía de madrugada)?», y añade: «¿Cómo padres y madres aparentemente normales ven lógico ver esta serie sentados en el sofá junto a su hijo de esa edad?, ¿Qué tienen en el cerebro? Haced de padres y madres. Cumplid con vuestra parte. El hecho de saber andar no implica que sepas cómo se cruza un paso de cebra o que conozcas la señalización».
La irrupción de las nuevas tecnologías ha provocado que los niños tengan acceso a contenidos no aptos para su edad de forma fácil y rápida. Por eso Ramón Izquierdo, profesor y presidente del sindicato de enseñanza ANPE en Guadalajara, considera que la responsabilidad de las familias juega un papel vital en estos casos. «Por mucho que la plataforma recomiende que los menores no deben verla deben ser los padres quienes controlen el acceso a la plataforma», dice. «Los niños no tienen medios para acceder, si lo hacen es porque se les facilitan».
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