Durante el fin de semana y las vacaciones, Carole recorre Francia en su furgoneta para poder brindarles algo de «bienestar» a los cerdos.
Carole Germain es una mujer de Francia que decidió dejar su trabajo en un quiosco vendiendo cigarrillos para dedicarse a un particular oficio: hacerle pedicura a los cerdos.
La idea de Carole surgió en el 2020, cuando de manera impulsiva compró a Couscous, un cerdo de 60 kilos que pasa sus días durmiendo junto a ella en Brest, en el oeste de Francia.
“Duerme en mi cama. Bueno, en verdad soy yo la que duerme en su cama, porque si me muevo demasiado, gruñe y ¡hasta llega a pellizcarme!”, contó para AFP.
Al compartir su vida junto a un cerdo se dio cuenta de su pasión hacia estos animales y que además también necesitan un cuidado para sus uñas y… ¿Por qué no dedicarse de lleno a esto?
Carole puso en venta su negocio de cigarrillos para dedicarse al arreglo de pezuñas desde mediados de 2023, luego de formarse con una neerlandesa.
«Es todo un éxito», cuenta Carole Germain, de 46 años. «Es increíble. Pensaba que era la única que tenía un cerdo. Y finalmente, no, los cerdos de sofá están por todas partes. Somos millas en Francia».
Carole Germain recorre Francia para darle un cuidado especial a las uñas de los cerdos
Durante el fin de semana y las vacaciones, Carole recorre Francia junto a Couscous y dos mastines italianos en su furgoneta (bautizada Pédichon), para poder brindarles algo de «bienestar» a decenas de animales.
«En el sur, hice 5.500 kilómetros y 43 cerdos», asegura. «Es todo un éxito y un placer. La gente que me encuentro es muy simpática y superacogedora».
En Brest, la ciudad donde vive, uno de sus clientes es Scooby, un cerdo negro de casi 80 kilos, a quien no solo le hace pedicure, sino que tiene una limpieza de orejas y un limado de colmillos.
Volteado, con las cuatro patas en el aire, Scooby se relaja, a veces lucha y parece un poco aturdido después de su sesión de aseo, que dura menos de una hora.
«Está perfecto, listo para ir a la playa», bromea Germain. Las pezuñas «crecen tanto que al cabo de un tiempo el cerdo queda discapacitado», explica la mujer.
Un cerdo doméstico puede llegar a vivir entre 15 y 20 años, y necesita cuidados regulares. Aunque pueda parecer increíble, en pocos meses Germain ha conseguido más de 200 clientes por toda Francia.
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