El hombre se comió los restos de un plato de fideos con pollo que un amigo había pedido el día anterior en un restaurante de comida para llevar
Hay que tener cuidado con lo que comemos. No hablamos solo de comer sano. Hablamos, también, de comer seguro. De conservar los alimentos de la debida manera. De buscar garantías de salubridad de lo que compramos cocinado. Y de no meterse en la boca cosas con aspectos u olores sospeschosos. Porque comer sobras puede ser peligroso, si esas sobras están en mal estado.
La revista científica The New England Journal of Medicine describe un caso de estudio que se ha vuelto viral y ha dado la vuelta al mundo. Implica a un joven estadounidense de 19 años que acabó perdiendo ambas piernas tras ingerir los restos de un plato de fideos con pollo que un amigo había pedido el día anterior en un restaurante de comida para llevar.
La ingesta de este alimento en mal estado le provocó un shock séptico y un fallo multiórganico que estuvo a punto de ocasionarle le muerte.
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Una reacción inmediata
Horas después de la ingesta, el chico empezó a sentirse mal. Comenzó con vómitos y escalofríos y pronto empezó a sentir una debilidad generalizada. Luego llegó la dificultad para respirar. Los dolores de cabeza. La rigidez en el cuello. La visión borrosa y un un dolor torácico que iba en aumento con el paso de las horas le convencieron de la necesidad de buscar ayuda. Su amigo, que también experimento vómitos, lo llevó finalmente de urgencia al hospital cuando vio que le empezaban a salir manchas rosadas y lilas en la piel.
El joven ingresó en la UCI del Hospital General de Massachusetts casi un día después de haber comido aquellos restos. Llegó en estado de shock séptico y con fallo multiorgánico múltiple.
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En el hospital confirmaron que el joven estaba sufriendo una infección bacteriana agresiva causada por Neisseria meningitidis (meningococo). La infección hizo que sus riñones fallaran y su sangre comenzara a coagularse. Su vida corría peligro.
Aunque la condición general del paciente se estabilizó tras la intervernción del personal médico, el tejido de los dedos de las manos desarrolló gangrena. Lo mismo pasó con sus piernas. La medida para salvarle la vida fue drástica: amputarle parte de los dedos y ambas piernas por debajo de las rodillas.
Afortunadamente, el joven recobró la conciencia tras 26 días hospitalizado y su condición mejoró con el tiempo. Su vida, eso sí, nunca será la misma.
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