La NASA ha revelado sus planes de jubilación para la EEI. ¿Su destino final? Uno de los lugares más remotos de la Tierra
Desde que la tripulación de la Expedición 1 se instaló en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) el 2 de noviembre de 2000, los humanos han mantenido una presencia continua en el espacio.
La ISS estaba diseñada para durar 15 años, pero más de dos décadas después sigue funcionando como un laboratorio en órbita para un consorcio multinacional de agencias espaciales. Pero la Estación Espacial Internacional lleva tiempo mostrando su edad.
En los últimos años hemos tenido noticias de sistemas obsoletos, fugas de aire, fisuras, fallas “irreparables” y fatiga estructural. Así que era cuestión de tiempo que la NASA revelara sus planes de jubilación para la plataforma, lanzada en 1998.
Si todo sale según lo previsto, la ISS continuará sus operaciones hasta 2030. A partir de esa fecha, iniciará una salida de órbita gradual que desembocará en su caída guiada hacia el punto más remoto del Pacífico.
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Un cementerio espacial en mitad del océano
El nombre técnico del tramo de agua donde se espera que acabe la ISS es Polo Oceánico de Inaccesibilidad. Pero la zona es más conocida como Point Nemo, bautizada así en honor al capitán de la novela 20.000 leguas de viaje submarino de Julio Verne.
Situado a unos a 2688 kilómetros de la Antártida, el Polo Oceánico de Inaccesibilidad pasa por ser el lugar del océano más alejado de cualquier tierra firme. Se trata, también, de “el lugar más alejado de cualquier civilización humana que puedas encontrar”, en palabras de la NASA. Por esa razón viene siendo utilizado como lugar de descanso final para estaciones espaciales fuera de servicio, satélites, partes de cohetes y otras piezas de basura espacial humana.
Desde 1971, se han hundido en Point Nemo casi 300 fragmentos de diferentes desechos espaciales, incluidas cinco estaciones espaciales. Los restos descansan a 4 kilómetros de profundidad.
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Desgüace espacial
La ISS orbita la Tierra aproximadamente una vez cada 90 minutos y tiene el tamaño aproximado de un campo de fútbol americano. La arqueóloga espacial Alice Gorman describe la instalación como “una bestia de muchas partes”. Cuenta con varios módulos donde viven los seis astronautas y otros que funcionan como laboratorios. Hay paneles solares y brazos robóticos en el exterior. Y podría ser que su final obligue a algún tipo de despiece previo. “Si tienen que separar algunos de los módulos entre sí, es probable que se generen algunos desechos”, explicaba Gorman el año pasado en declaraciones a The Guardian.
Es probable que el final de la estación espacial sea “ardiente”. “A medida que ingrese a la atmósfera, la ISS comenzará a desintegrarse”, explica Gorman. “Una de las razones por las que Point Nemo es un buen lugar es que la huella de escombros, desde el primer hasta el último fragmento, puede tener kilómetros y kilómetros de largo”.
¿Cómo afectan a la vida marina todos esos trozos —que pueden llegar a pesar decenas de toneladas— de basura espacial?
“Como los naufragios en todo el mundo, se convierte en un hábitat, un arrecife de coral. Una vida completamente nueva”, dice Gorman.
Cambio de paradigma
El final de la ISS traerá cambios en la manera de trabajar de algunas de las principales agencias espaciales del mundo.
La NASA ha incidido en que planea continuar la investigación espacial futura mediante “la compra de espacio y tiempo para científicos astronautas en naves espaciales comerciales”. Es decir, esperan pasar a ser clientes del sector privado y no necesitar infraestructuras permanentes propias en la orbita terrestre. “Esperamos compartir nuestras lecciones aprendidas y experiencia operativa con el sector privado para ayudarlos a desarrollar destinos en el espacio seguros, confiables y rentables”, dijo Phil McAlister, director de espacio comercial en la NASA, en un comunicado.
La NASA estima que esa transición desde una estación espacial dedicada al alquiler de espacio a bordo de empresas espaciales comerciales les ahorraría hasta 1.300 millones de dólares solo en 2031. Esos ahorros podrían “aplicarse a las iniciativas de exploración del espacio profundo de la NASA”.
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