En años recientes muchos artistas y empresas han sido acusadas de ‘queerbaiting’ para poder tener una mayor penetración en los mercados
Por algún motivo, al público le interesa conocer la atracción sexual de sus ídolos, ¿con quién estará saliendo actualmente? Se preguntan en el interior de sus cabezas. Como si de conocer la respuesta se fuese a crear un vínculo más grande entre ellos. En muchos casos las celebridades toman ventaja de eso para crear empatía con miembros del colectivo LGBTQ+ sin sentirse realmente identificados con él.
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¿Qué es el queerbaiting?
Digamos que es algo así como un práctica en la que “una celebridad o una figura pública capitaliza la sospecha de que puede tener una relación sentimental con otra persona del mismo sexo por motivos de publicidad, promoción o una ganancia capitalista”, Dice el cineasta, escritor y activista Leo Herrera a Rolling Stone.
Es ampliamente conocido que la comunidad LGBTQ+ tiene una falta de representación en los medios de comunicación. Es por ello que estas figuras toman ventaja de ello y crean estas especulaciones con el fin de crear expectativa dentro del colectivo.
Casos recientes de queerbaiting
En el año 2016, durante la promoción de su disco, Nick Jonas comenzó a frecuentar bares y locales gay, hasta llamar la atención de la prensa. Cuando le preguntaron si había tenido experiencias homosexuales en ese momento fue tan abierto como: “No puedo decir que lo haya hecho o que no lo haya hecho”. ¿Nos sorprende? No, no nos sorprende.
Ni olvidar el polémico beso entre Madonna y Britney Spears, el cual levantó mucho revuelo en su momento por múltiples razones, pero en la actualidad algunos lo consideran como un caso claro de queerbaiting, al tratarse de una beso “lésbico” entre dos mujeres heterosexuales.
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Sin embargo, este tema puede ser motivo de mucha discusión ya que durante mucho tiempo la comunidad LGBTQ+ ha defendido la diversidad y el no estar atado a etiquetas de ningún tipo.
Si bien toda esta discusión tiene un trasfondo bastante justo. En muchos casos se le debe dar al artista un voto de confianza y de honestidad. Si nos ponemos a pensar realmente, ¿no estaríamos criticando lo que durante años hemos defendido? Lo importante no son las etiquetas ni la presión de la sociedad de querer encasillar todo según su estándares.
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